La fotografía no es crónica social ni preocupación autorreferencial ni cuestionamiento tecnológico. Aunque también lo es. En el arte contemporáneo la apariencia de la imagen, tanto la reproductiva como la interpretativa, ha alcanzado altos niveles en las redes del hipertexto, lo que ha propiciado su desandar hacia una mera virtualidad. Entonces se ha convertido en un «accidente insignificante» -como refiriera Rufo Caballero- dentro de un discurso mayor, cuyas lecturas más trascendentales exceden su materia, donde se erigen pretextos sus concursos estéticos pero necesarios para validarse primero y desmaterializarse después. Para Barthes, el medio fotográfico es pura denotación, es solo lo que ves. Sin embargo, no significa que su mensaje quede ajeno a un mensaje sin código. El acervo cultural del que observa siempre hará conjeturas, inevitablemente construirá su percepción.
Esta gran paradoja reúne hoy a los creadores cubanos Liudmila & Nelson y Alfredo Sarabia (hijo). El dúo artístico, conformado por Liudmila Velasco y Nelson Ramírez de Arellano, ha recurrido coherentemente a lo largo de su sólido trabajo a la superposición de fragmentos de la realidad para cuestionar justamente «lo real». Las circunstancias han condicionado sus encuadres y posturas. La migración como inmersión de la memoria; la autorreferencialidad como contenedor de vivencias colectivas; la reflexión del entorno político-social; el sistema de relaciones en un mundo transnacional y globalizado, y la función del sujeto artista en la sociedad son algunos de los temas más abordados por el binomio.
En el trabajo de Sarabia, lo que pudiera ser resuelto a través de la crónica deviene elemento sutil y metafórico. Sus investigaciones se han centrado en la reproductibilidad visual y la pérdida de la «matriz» o de ese original fotográfico debido al desbordamiento de imágenes y su acceso instantáneo en la era de la revolución informática. En esta serie nos propone un replanteamiento sobre el concepto de la cámara como objeto en tanto sustituto del individuo ausente. Por eso la insistencia una y otra vez en cámaras personalizadas habitando espacios inertes, encarnado vidas, construyendo recuerdos.
En ambas producciones artísticas, las áreas captadas se superponen simbólicamente: reevalúan la significación del segundo plano, tanto el real como el mental, porque más allá del lente, sus poéticas convergen en el anacronismo compositivo formal y conceptual. El motivo jerarquizado de la imagen, tal vez por la distinción del color o por su reiterada presencia, es situado en el no lugar o en el lugar del otro -donde lo físico desencadena lo espiritual.
Claudia Taboada
La Habana, Noviembre 2014