«El erotismo es una de las bases del conocimiento de uno mismo, tan indispensable como la poesía.»
Anaïs Nin
El erotismo es la metáfora del sexo.
Octavio Paz
Históricamente el binomio mujer-sexo ha sido sumamente cuestionado, más aún si se tienen en cuenta determinados códigos morales procedentes de la construcción cultural de la noción de género basada en el predominio fálico. Tanto en Oriente como en Occidente, la función social de la mujer se ha circunscrito a estar al servicio del hombre, sobre todo en lo que se refiere a proporcionarle placer. Hoy, a algunas décadas de la llamada revolución sexual se puede decir que existe una concepción más liberada del papel de la mujer. El deseo y el placer, conceptos otrora restrictivamente masculinos, invadieron sin prejuicios el universo femenino.
La temática erótica ha aparecido como parte de las preocupaciones plásticas; aunque casi en su mayoría, desde una óptica masculina. En Cuba, por ejemplo, aunque existe un número importante de féminas creadoras, casi siempre han sido los hombres quienes se han acercado a este tema; tengamos en cuenta los trabajos de Chago Armada, Servando Cabrera, Carlos Enríquez, Osneldo García.
Sin embargo, no es menos cierto que el mundo del deseo femenino siempre posee un halo enigmático y se manifiesta, por demás, como enjundiosa materia prima para el arte. En este sentido asaltan interrogantes sobre cómo se produce el acercamiento de las mujeres al universo fruitivo o si pudiéramos hablar de la existencia de una idea femenina de lo erótico enfocada desde los postulados de los estudios de género. ¿Será que realmente las mujeres prefieren, como quieren hacer ver algunos, el erotismo más sutil, al hard core? ¿El llamado sexo duro es solo privativo de los hombres? ¿Esta liberación es solo otro mecanismo que responde a leyes falocéntricas o evidentemente han podido conquistar la autonomía expresiva en estos términos?
Ellas sí hablan no pretende dar respuestas. No hay verdades absolutas, porque en materia de sexo es difícil establecer apotegmas. El erotismo es una condición subjetiva y como tal, debe asumirse desde una perspectiva polisémica. Presenciaremos disímiles enfoques que van desde los más desprejuiciados y explícitos hasta los más insinuados y líricos. Artistas con la experiencia de Rocío García, así como otras más jóvenes como Debora Nofret, Katiuska Saavedra, Marlys Fuego y Rachel Valdés se unen a la visualidad foránea de la colombiana Adriana Marmorek, con una propuesta muy versátil. Fotografía, pintura, escultura, dibujo, video son los escenarios que recogen historias en las que se recrea la visión femenina de las prácticas sexuales de una manera heterogénea, alejada de posturas reduccionistas y lugares comunes. Un universo femenino en el que se develan el homoerotismo y otras maneras, más y menos convencionales de apreciar el sexo, asociadas a lo público y a lo doméstico. El arte es usado como catalizador de una liberación, que incursiona en lo privado, en la intimidad del yo; así como en el fenómeno de la banalización de la seducción y el deseo -tan característico del mundo contemporáneo- que convierte al sexo en mercancía que responde a las leyes publicitarias. También lo erótico se utiliza desde la negación, o sea, para traer a colación problemáticas que cuestionan el propio término, como la prostitución, basada en la concepción del cuerpo como objeto de consumo.
El eje de la exposición Ellas sí hablan radica en hacer ver que la mujer no es solo ese objeto de deseo, pasivo por demás, sino también ente activo, con la capacidad/posibilidad de desear; una provocación a la pacatería de los comportamientos socialmente determinados como apropiados o no para las mujeres. Sin dudas, una muestra audaz, para tomar en cuenta a aquellas que ya están hablando.