El mundo como supermercado
Janette Brossard se apropia de Michel Houellebecq
Por: Virginia Alberdi
La evolución puede conducir a una involución…el desarrollo, toma caminos sorprendentes, el arte se compromete dentro de esa vorágine.
Al repasar la galería de imágenes, que propone Janette Brossard, reparé en la crítica que el filósofo polaco Zygmunt Bauman hizo con sentido irónico a los escaparates (vidrieras) que se encuentran en la mayor parte del mundo de hoy:
«En una sociedad de consumo, la vida normal es la de los consumidores, siempre preocupados por elegir entre la gran variedad de oportunidades, sensaciones placenteras y ricas experiencias que el mundo les ofrece. A los pobres de la sociedad de consumo en el mundo se les define como consumidores imperfectos, deficientes, listos para la degradación social y el exilio interno«.
La crítica de Janette se dirige a los dos polos de la evidente dicotomía social: tanto a los apocalípticos como a los integrados, habría dicho Eco. De una parte, una especie de hoguera de las vanidades, de otra, un tirón de orejas para que se acabe de comprender la fragilidad de la existencia humana abocada a un desarrollismo sin límite, falto de ética y de humanidad.
¿Qué puede el arte para cambiar las cosas? al menos, alerta la orientación estética que mueve a resorte sensibles en el intelecto de las personas. El sueño de lo posible y hasta de lo imposible, atrapa a las pupilas que se acerquen desprejuiciada y gozosamente.
En aras del desarrollo, el hombre ha dañado la vida en el planeta, una afirmación que de tanto escucharla ha dejado de impactar, pero se evidencia una y otra vez ante tantas especies en peligro de extinción o ya desaparecidas, la tala indiscriminada de selvas y bosques, la dependencia de minerales fósiles, la necesidad irrefrenable de saquear las riquezas naturales para incrementar el confort, todo conduce al empobrecimiento del medioambiente. Incendios forestales, producidos por negligencias humanas o por tormentas eléctricas, lluvias torrenciales, sequía desoladora…
Al tomar en préstamo el título del francés Michel Houellebecq, se confirma la certeza de que Janette sabe conducir a lo que desea mediante una depurada convicción artística. La operación subversiva de la artista debe penetrar en nuestras mentes. A nosotros entonces corresponde decir la última palabra.